miércoles, 16 de diciembre de 2009

Nueva serie de relatos cortos de Al Jolson Jr.

Si usted cree que las historias de pieles rojas y vaqueros ya dieron todo lo que tenían que dar, seguramente es porque no ha leído nada de este curiosísimo y divertidísimo narrador norteamericano. Al Jolson Jr. nació en Portland, Oregon. Se dedicó desde muy joven al periodismo. Fue director de noticias policiales en el The Daily Oregonian durante los años noventa, en el siglo pasado. Su estilo noticioso, basado en la crónica tradicional, mezclaba curiosamente el humor negro y las preocupaciones sociales. En el año 2005 fue invitado por la Universidad de Portland a dar una conferencia sobre la responsabilidad cultural e histórica de los medios noticiosos modernos. Durante el segmento de preguntas y respuestas un estudiante le lanzó el reto de escribir crónicas actuales sobre lo ocurrido en el lejano oeste. Así fue como nació el famoso Lake Columbia Western Examiner, un libro de relatos cortos en los que narra historias ficticias del lejano oeste con ese estilo particular que le atrajo de inmediato el reconocimiento y respeto de miles de lectores en todo el mundo. Sus personajes son la ignorancia, la pobreza, el pesimismo, la indolencia, la crueldad, la muerte y el dolor. No había vuelto a escribir después de esa exitosa publicación. Ya está en librerías la nueva serie de relatos Cómo me salvé de morir en la horca gracias a la oportuna intervención del famoso bandolero Buddy Scoundrel. (Por Jack Tomaso-Griffins, traducción de Lima Sweet)

Didi Tate (o Didi Tate, la gran mentira)


No sabemos si esta chica, Didi Tate (Elin Foxfield) es una joven extraña con un serio problema de mitomanía o se trata en realidad de la hija del dueño de la empresa. Lo cierto es que acabamos de contratarla hace un par de semanas para asear las oficinas por la noche.
No sabemos tampoco si en sus 15 minutos de descanso sostiene discusiones con su novio, un cajero del horario nocturno de un minisúper o si en realidad habla con su esposo, un gurú de los jóvenes spin-off que han invadido la empresa y están por llevarla a la quiebra.
Lo cierto es que Didi Tate esconde muchas mentiras: pequeñas, medianas, grandes y gigantescas y en el área de recursos humanos nos dedicaremos el próximo mes a tratar de descubrir cuál es la más grande de todas.
Una comedia romántica extraordinaria de esta gran poeta del cine norteamericano de entresiglos Sara Layuad.
No se la pierda.
(Enviada por: Agustina Bande)

martes, 15 de diciembre de 2009

Las islas donde vivió y murió Dana Boring

Por: Tito Valdivia
Un grupo de evangelistas norteamericanos llevó a Eugene Madden (Ilda Gott), una joven en rehabilitación por drogas, a realizar trabajo social en las islas del Archipiélago Led, en la costa septentrional de Italia. Madden allí se convirtió en estrella de rock, con isntrumentos musicales improvisados y locales, organizó una gira por todo el Archipiélago y se volvió una celebridad entre las familias pobres de pescadores. Luego de una tormeta, la chica desapareció. Sus fans han organizado una búsqueda desesperada por todo el Archipiélago y más allá. Esta película es la quinta del afamado director español José Tinto-Sabá, cuya especialidad es mostrar de modo artístico las tribulaciones de la gente "aislada" en sus microtragedias contidianas. Altamente recomendable.

martes, 1 de diciembre de 2009

La multan por vandalizar el número de su novio

El Censor de Buenos Aires

Miércoles 2 de diciembre de 2009.

Buenos Aires, Argentina.- La recientemente publicada ley de civismo para la Capital y Gran Buenos Aires plantea entre muchas otras faltas civiles el ruido o escándalos dentro de los condominios, el vandalismo de muros, fachadas y mobiliario urbano, así como la prohibición de embromar a funcionarios públicos por Internet o el teléfono mediante falsas alarmas u otro tipo de llamadas con similar propósito. Laura Tarancón, una estudiante de comunicaciones que recientemente había terminado con su novio estudió estas y otras prohibiciones para dar, según ella, con algún método para fastidiar a su ex pero sin repercusiones de tipo legal. Laura había sostenido durante casi cinco años una relación amorosa con un abogado de la ciudad sin saber que éste era casado, vivía con su mujer y tenía un hijo. "Eso debería constituir una especie de delito", alegó la joven ante autoridades civiles cuando el ex novio la demandó, primero por acoso, luego por amenazas y finalmente por vandalismo telefónico. Efectivamente, el delito de bigamia en nuestro país sólo se comente cuando se contrae matrimonio por segunda vez sin disolver legalmente el primer vínculo o cuando una persona casada cohabita con otra en unión libre sin disolver legalmente su primer vínculo, una persona cohabita. Pero si una persona casada decide establecer una relación sentimental fuera del matrimonio sin compartir el lugar de residencia, no se comente delito alguno, el hecho únicamente constituye una causal de divorcio. Así que Laura Tarancón no podía reclamar a su ex ningún tipo de reparación por haberle ocultado su matrimonio.

La joven estudiante decidió que vengaría el timo. Sólo que, sabiendo que su ex se dedica a la abogacía, estudió primero la forma en que pudiese hacerlo sin que sus actos constituyeran un delito o falta administrativa. Luego de estudiar la situación fraguó un plan: fue a un cibercafé, inventó y redactó publicidad sobre diversos temas (servicios de plomería, clases de piano, yoga, cocina, carpintería, mascotas extraviadas, búsqueda de talentos musicales para formar un cuarteto de cuerdas, etcétera), imprimió cientos y cientos de ejemplares de esa publicidad imaginaria y los pegó por toda la ciudad. La venganza consistió en que en cada mensaje puso como referencia un número telefónico verdadero: el de su ex. De tal suerte que durante meses el abogado recibió muchas llamadas de desconocidos avisándole que habían encontrado su mascota extraviada o que estaban interesados en el curso de herbolaria o que pedían una cita con el profesor de árabe o que preguntaban por la vacante de violonchelista, etcétera. No se puede negar que, aunque verdaderamente enfadosa, la broma funciona a la perfección por la originalidad y sencillez.

El ex novio tramitó el cambio de su número telefónico y lo inscribió como reservado en el servicio de localización de la guía. El resultado: las llamadas se detuvieron. Entonces ató cabos y dio con la autora de la broma: sólo ella no había recibido el nuevo número telefónico. Así fue como comenzó el pleito legal: primero la demandó por acoso (ese delito exige reparación económica), luego por amenazas y finalmente por vandalismo telefónico. El abogado ganó el juicio, pero también la invención de una falta civil: el vandalismo en la nueva ley sólo incluía afectaciones de carácter material a mobiliario urbano: específicamente casetas telefónicas. El ex de la estudiante logró que se equiparara a un acto vandálico y destructivo molestar por teléfono a cualquier bonaerense, al igual que planear un ardid para el mismo efecto. A partir de ahora ¿podremos demandar por vandalismo telefónico a las agencias de cobro y a los servicios automatizados de publicidad telefónica?


Bruno Medina

lunes, 30 de noviembre de 2009

Demandan a un museo de Boston y un fotógrafo alemán por exhibir electrodomésticos

Roberto Fernández Espejel, corresponsal.

AFG. Suiza.- La firma japonesa de aparatos electrodomésticos Kameko demandó en el año 2005 ante la Comisión Internacional para la Protección Intelectual de la Ciencia y el Adelanto Tecnológico, con sede en Estocolmo, Suiza al Museo de Arte Decorativo Contemporáneo de la Ciudad de Boston, en la Mancomunidad de Massachusetts, Estados Unidos de América, exigiendo una indemnización por haberse negado a suspender una exposición fotográfica en la que se exhibía el interior de algunos aparatos electrodomésticos propiedad de la firma. La difusión de la fotografías del interior de dichos electrodomésticos, junto con su diseño, son considerados por dicha Comisión Internacional como secreto científico-industrial.

Todo comenzó en enero de 2004, cuando el fotógrafo alemán Klaus-Peter Kirchhoff obtuvo la autorización del museo para exponer 45 de sus mejores fotografías en formato gigante. La especialidad de este fotógrafo son los interiores de diversos aparatos electrodomésticos, sus motores y sus partes mecánicas internas: lavadoras, estufas, refrigeradores, hornos de microondas, licuadoras, etcétera. Desde luego, el fotógrafo buscaba electrodomésticos difíciles de encontrar, por esta razón justamente había recurrido desde tiempo atrás a la compra y desmontaje de artículos de la firma japonesa Kameko, cuyo mercado difícilmente llega al público europeo y norteamericano. Se trata en realidad de una firma local que distribuye en el mercado interno la mayoría de sus productos.

Se cuenta que un promotor de negocios de la firma viajó ocasionalmente a la ciudad de Boston para cerrar algún trato comercial. En un fin de semana libre visitó el museo y encontró familiares los colores, formas y entresijos de los motores de electrodomésticos exhibidos en el museo. A partir de ahí inició un pleito legal en el que la firma solicitaba al Museo el cierre de la exposición y el pago de indominaciones. El juicio duró varios años y fue revisado por diversas instancias hasta terminar siendo resuelto por la junta directiva de la Comisión Internacional, la cual obliga en su resolución 519-B a pagar a la firma Kameko lo originalmente exigido: El museo deberá cubrir un total de 3 millones 167 mil 536 dólares mientras que el fotógrafo 475 mil 135.

Nos tomará más años: Raymundo Chipote

Por: Álvaro Borda
Nos tomará más años es la segunda novela del joven escritor chiapaneco Raymundo Chipote. En abril de 2007 publicó su opera prima Amores secundarios, primer lugar del VIII Certamen de Narrativa para Jóvenes Escritores Chiapanecos, hecho con el que obtuvo cierta notoriedad en el reseco y acatonado mundo de las letras nacionales mexicanas, un cheque bueno por 100 mil pesos y una beca para estudiar dos años el Diplomado de Literatura de la Sociedad General de Escritores Mexicanos en la ciudad de México. Las bases de esta beca exigen a los recipiendarios entregar a publicación al término de sus estudios una obra narrativa o poética inéditas, según la especialidad de cada estudiante. Raymundo Chipote ya estaba en la ciudad de México estudiando su diplomado cuando se registraron las terribles inundaciones de Chiapas y Tabasco, por lo que a los apuntes, borradores y primeros avances de su obra nada les ocurrió. Lo que sí se perdió, según nos cuenta el propio autor en el prefacio de su segunda novela, fueron los documentos de identidad y los que acreditaban el currículum académico de su hermana mayor, que por aquellas fechas residía en el Poblado de San Juan de Grijalva y estaba a punto de presentar su examen profesional en la ciudad de Tapachula para recibirse como Licenciada en Administración de Empresas. Por no poder acreditar su identidad, la hermana del autor tuvo que posponer su titulación. Al notificarle tal hecho a su hermano le escribió por correo: "Ay, hermanito, creo que esto de la titulación nos tomará más años".
El escritor chiapaneco tomó de allí tanto el título de la segunda novela como una trama en la que la identidad legal de los personajes juega un papel muy importante. Una experta en arte mexicano antiguo es contratada por una oficina estatal del Instituto Nacional de Antropología e Historia para montar un pequeño museo promovente del turismo cultural local. En una breve visita de reconocimiento a la entidad federativa donde supuestamente se montará el museo suceden muchas cosas increíbles: le roban su pasaporte, se casa con un soldado, le encargan la resutauración del sagrario de una antigua iglesia del siglo XVI y compra un yelmo de hoplita griego del siglo VIII Antes de la Era Común, al parecer auténtico.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Encontraron el auto que les habían robado

Por: Heriberto Núñez
México, D.F. - Con el bono acumulado de pensión laboral y los premios de su jubilación la señora Regina Falú (nombre inventado para proteger la salud e integridad de esta suertuda anciana) se compró un auto semiusado la semana pasada. No había estrenado auto desde que se casó su primer nieta, en los años ochenta, así que estaba más que ansiosa por salir a dar la vuelta con su nueva adquisición. Desoyendo los consejos de su prudente marido, Bonifacio Rayón ("no saques el auto nuevo hasta que renueves tu licencia, Reginita, cómprale un seguro, ya hay muy buenos en Internet, hazme caso, no vaya a ser la de malas..."), decidió ir al súper en su auto. Lo estacionó en una calle contigua al centro comercial, para no pagar los tres pesos de la pluma del estacionamiento del súper y cuál sería su sorpresa que al salir no encontró el auto por ningún lado. Se lo habían robado. "Sólo me dejaron la llave". Tantos años de su vida invertidos en un patrimonio tan volátil. "Te lo dije", le dijo en la noche su marido meneando la cabeza. El sábado por la tarde, viendo que su mujer seguía tristísima por lo del robo, la invitó al cine. "Ándale, mujer, pa que te distraigas", le dijo poniéndole el abrigo. Vieron una película que ni les gustó ni la entendieron: 2012. Al salir del cine, la señora Regina vio un auto muy parecido al que le habían robado, suspiró, casi lloraba, sacó la llave (no había renovado su licencia de manejo ni le había comprado al auto un seguro contra robos pero eso sí: había comprado un hermoso llavero de caneda muy tintineante, para irlo escuchando mientras manejaba). Sólo por jugar metió la llave en la puerta y... Correcto, se abrió el auto. La pareja de ancianos entró en el auto a toda prisa, mirando para todas partes. Encendieron el auto (su auto) y volvieron a casa, por momentos en silencio, por momentos casi locos de tanta carcajada.